En invierno debemos tener un cuidado especial de la piel, que es el órgano que nos protege de las agresiones externas y de la pérdida de agua por evaporación. No es sólo cuestión estética, sino que es vital para la salud. Las condiciones meteorológicas de esta estación como el frío, el viento y la humedad, contribuyen a que se reseque, y que pierda su elasticidad.
También es muy importante la ropa que llevamos. Es necesario elegir tejidos transpirables y no oclusivos. Es preferible vestirnos por capas e ir poniendo o quitando prendas en función de la temperatura que nos encontramos en zonas exteriores o interiores.
Es esencial hidratar nuestro organismo, y se recomienda tomar un mínimo de 2 lts. de líquido por día. En esta estación seguramente apetecen más los caldos y las infusiones calentitas, por lo que también podemos aprovechar para hacerlas de plantas diuréticas y drenadoras, que nos ayudarán a limpiar riñones e hígado.
Una buena forma de contribuir a la buena salud de la piel es disfrutar de las frutas, como las mandarinas y naranjas, y verduras de temporada, que nos aportarán las vitaminas, minerales y nutrientes que necesitamos.
Debemos tener ciertos cuidados en el momento de la ducha, la cual debería ser corta, entre 5 y 10 minutos máximo. Es importante utilizar geles suaves sin esponja, usando únicamente la mano para aplicarlos y aclararlos. Por otro lado, debemos regular la temperatura del agua de la ducha alrededor de 35º centígrados, ya que el agua a más de 38º puede hacer que la piel se reseque y empecemos a notar picor y mayor facilidad para formar eczemas .
Es importante regular la calefacción entre 21º y 23º centígrados, manteniendo una humedad relativa de 40 a 50%. Por otro lado, es preciso tener presente que en ambientes más secos, que pueden ser causados por tener la calefacción a temperaturas muy altas, podemos notar sequedad no sólo en la piel, sino también en las mucosas sobre todo nariz y ojos.
El rostro y las manos, que son las zonas que quedan más al descubierto, son las que necesitan un cuidado más específico. Una buena recomendación es aplicar aceites vegetales, porque son ricos en grasas capaces de formar una película en torno a las células, que las protegen de las agresiones externas.
Si optamos por la crema hidratante, debemos escogerla según nuestro tipo de piel. Las pieles grasas suelen resistir mejor los cambios de temperatura y el frío, sin embargo, es importante lavarlas a menudo e hidratarlas al menos dos veces al día. Las pieles normales o secas necesitan cremas con texturas más ricas, y su limpieza puede realizarse con leches limpiadoras o, aguas micelares, en caso de tener la piel más sensible.
Una buena manera de hidratar la piel, y muy recomendable, es tomar perlas de aceite de Rosa Mosqueta, de Onagra, o de Borraja, que le alimentan de dentro afuera.
Los labios son una zona especialmente sensible al frío. Dado que están en continuo movimiento y la piel es muy fina, fácilmente se nos pueden hacer grietas. Es recomendable hidratarlos, de 2 o 3 veces al día, con aceites consistentes, o bien, con diferentes mantequillas, que podemos encontrar en barritas o cremas.
Si hacemos excursiones a la nieve, al estar en alturas superiores a la normal, tenemos más exposición a los rayos solares. Es muy importante que protejamos la piel de cara, labios y manos con filtros solares, para evitar el riesgo de quemaduras.
El cabello puede presentar pérdida de brillo, sequedad, debilidad y caída. Si les aplicamos mascarillas de aceites y agentes nutritivos, conseguiremos que recuperen su vitalidad.
Hay diferentes aceites y mantequillas, recomendados para el cuidado de la piel, y el cabello, tales como: Manteca de Karité; de Rosa Mosqueta, de Argan, Aceite de Coco, de Neem, de Jojoba, de Oliva o de Almendra.
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